marzo 29, 2010

El nuevo mundo

Mucho tiempo atrás, me encontraba caminando por una calle repleta de gente rebosante de alegría y esperanza. Pero yo estaba completamente solo, perdido e inseguro. Había dejado a todos mis seres queridos, había abandonado mi tierra y, lo que más me dolía: ya nunca volvería a estar con ella.
En busca de una vida mejor, perdí lo que más quería. Pero ¿cuánto tenía de mejor esa vida vacía? Estaba más cómodo en cuanto a lo económico, ya que, al mes de haber llegado, ya tenía unas cuantas monedas de oro ahorradas. Tuve la suerte de conseguir un empleo en un barco pesquero, donde me pagaban muy bien y todos los días aprendía algo nuevo. Y no podía negar que también me distraía de todo mal interior que estuviera consumiéndome. ¿Era huír el camino correcto?
A medida que avanzaba por las calles, me daba cuenta de que sólo estaba ocultándome a mí mismo cuán miserable era mi vida. Arrastraba mis pies por la tierra, y una piedra entró en mi zapato, incomodándome de una forma atroz; fue entonces que descubrí que esa piedra era la molestia que cargaba mi vida.
Llegué al puerto, en tres horas zarparíamos en busca de una gran ballena. Sí, el aceite de ballena nos estaba haciendo ricos, ya que tenía utilidades varias, y éstas muy bien remuneradas. Pero definitivamente el aceite de ballena no llenaría mi vacía vida, por lo cual comencé a preguntarme qué hacer con ella. Me recosté contra un muro, ya vencido y sin encontrar escapatoria. Fue enconces cuando la vi.
Bajaba ella de una enorme embarcación, escoltada por dos hombres de mediana edad, que esperaba yo no fueran más que para su seguridad. De sólo pensar que podía estar con alguien más que conmigol, mi corazón se partía en mil pedazos. Pero atiné a observarla... sus largos cabellos rubios, sus ojos miel, su delicada piel blanca... era simplemente perfecta. Pero, ¿qué hacía ella en aquel nuevo mundo? Sus cálidos ojos se posaron sobre mí, asombrados. Y yo, sonriente, le devolví la mirada con impaciencia. Al parecer, había creído que jamás nos volveríamos a ver...

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